Los museos del Cau Ferrat y de Maricel de Sitges
vuelven a abrir las puertas el próximo 22 de diciembre, después de cuatro años
de una profunda reforma, que le han permitido rehabilitar los espacios,
restaurar sus elementos patrimoniales y exhibir unas valiosas colecciones a
partir de un discurso museográfico integral. El presidente de la Generalitat,
Artur Mas, inaugurará la reapertura en un acto en el que está prevista la
asistencia de una extensa lista de autoridades, entre los que se encuentran el
presidente de la Diputació de Barcelona, Salvador Esteve; el alcalde de Sitges,
Miquel Forns y la ministra de Fomento,
Ana Pastor, organismo que –junto con la Generalitat y la Diputació– ha
participado en la financiación de la obra a través del 1% cultural.
La reforma del Cau Ferrat y el Museu de Maricel ha
seguido un parámetro común: rehabilitar estos dos edificios –junto con el Can
Rocamora, que los une– para conservar su espíritu originario, adaptándolos a
todas las necesidades estructurales y de servicios de unos museos modernos del
siglo XXI. La actuación ha conseguido superar su complejidad y las
correspondientes limitaciones de espacio, con soluciones imaginativas y el
compromiso de respeto patrimonial y estético de origen.
El proyecto museográfico que estrenan los museos
tiene un doble eje: el Cau Ferrat se ha reformado con la intención de recuperar
su aspecto original, cuando Santiago Rusiñol lo convirtió en su estudio-taller,
a final del siglo XIX y se transformó en el Templo del Modernismo, mientras que
el Museu de Maricel ha diseñado un completo recorrido artístico, con obras de
gran calidad, que van desde el siglo X al realismo y a la figuración de la
primera mitad del siglo XX, mediante las colecciones de arte del Dr. Jesús
Pérez-Rosales y de la Villa de Sitges.
En ambos casos la presentación museográfica ha
integrado los diversos lenguajes, técnicas y soportes artísticos con el objetivo
de conseguir la máxima coherencia en la reproducción del estudio de Rusiñol tal
como era en su época (en el caso del Cau), y, la secuencia cronológica de la
evolución de las artes (en el caso de
Maricel).
El acceso
La reforma ha permitido rediseñar el itinerario por
ambos museos a través de una misma vista. La entrada es por Can Rocamora, donde
se ha instalado el servicio de información y recepción, además de la nueva
tienda de los museos. Durante la intervención se ha encontrado un arco del
siglo XVII, que estaba oculto por construcciones posteriores y que se ha
restaurado e integrado en el diseño del espacio. En este edificio también hay
un ascensor que accede a las diferentes plantas.
La visita empieza por el Cau Ferrat, donde el
visitante puede encontrar el estudio-taller de Santiago Rusiñol, tal como lo
creó a finales del siglo XIX y como lo abrió al público como museo en el año
1933. La actuación del Cau Ferrat ha tenido una atención especial al restaurar
vidrieras, azulejos, cerámicas, maderas y hierro forjado, además del mobiliario
expuesto. El proceso ha permitido reproducir, en base a diferentes estudios
cromáticos, los colores originales de las partes, aportándoles una mayor
intensidad al color azul. Especialmente relevante es esta intervención en la
sala que ocupó el despacho de Rusiñol, donde se ha recuperado un azul más
cielo, como se cree que era el de final del siglo XIX.
La sala del Brollador ha recuperado cinco vidrieras
que Rusiñol colocó a final del siglo XIX y que en la segunda mitad del siglo XX
fueron a parar a los almacenes de los museos. Se trata de cinco medallones de
30 centímetros de diámetro que representan escenas de flora y fauna.
Desde la segunda planta del Cau Ferrat, una vez visto
el Gran Saló, el visitante accede de nuevo a Can Rocamora, donde se ha
instalado unos espacios de interpretación sobre Rusiñol, el Cau y la historia y
entorno de Can Rocamora. En la segunda planta de este edificio se ha habilitado
una sala de exposiciones para exhibir muestras de pequeño formato vinculadas a
las colecciones de los museos de Sitges. La primera de estas exposiciones
relata los procesos de adquisición, conservación, estudio y difusión de los
museos de Sitges mientras han durado las obras de reforma. En Can Rocamora
también hay un espacio de vídeo-proyecciones con diferentes audiovisuales
dirigidos por el cineasta Francesc Bellmunt.
A continuación, el itinerario entra en el Museu de
Maricel, y lo hace disfrutando de un recorrido por los últimos diez siglos de
arte a través de la importante colección que legó a Sitges el doctor Jesús
Pérez-Rosales y la Col·lecció de l’Art de la Vila. La reforma ha tenido una
especial consideración en resaltar la majestuosidad de las salas de Maricel y
su equilibrada estética novecentista. En uno de los extremos del Mirador donde
se encuentra el preciado balcón sobre el Mediterráneo, se ha recuperado la loggia novecentista a la que se ha
trasladado la escultura original que Josep Reynès hizo del Greco en 1898 y que
hasta ahora estaba en el Palau de Maricel.
El Museu de Maricel consta de 269 piezas, de las que
un 30% nunca se habían expuesto. Se trata, por un lado, de obras, recuperadas
dela reserva de Museus de Sitges y, por otro, de piezas recibidas en préstamo
para añadir a sus colecciones. En este sentido, destacan las cesiones recibidas
por parte del Museu Nacional d’Art de Catalunya, el Museu de Montserrat, el
fondo de arte de la Generalitat de Catalunya y de la Diputació de Barcelona y
del edificio de Can Falç, en el paseo de la Ribera de Sitges, que próximamente
se reconvertirá en un nuevo museo local. Entre estas obras hay óleos de Ramon
Casas, Joaquim Sunyer, Lola Anglada, Joan Batlle i Alfred Sisquella, además de
esculturas de Pere Jou, mobiliario antiguo y una colección de vidrios
novecentistas.
Las instalaciones del
Museu de Maricel estrenan una sala de actividades y un espacio de formación,
con funciones pedagógicas.
La intervención de los
tres edificios se ha realizado con los sistemas más avanzados de seguridad
–activa y pasiva– de los espacios; conservación y protección de las colecciones
y comodidad de los visitantes. Estas actuaciones han consistido en colocar
filtros ultra-rojos y ultravioletas en las ventanas, adoptar un sistema de
iluminación que favorezca la protección de las obras, dotar a los espacios de
los servicios necesarios para un óptimo sistema de climatización para las
colecciones, suprimir las barreras arquitectónicas sin agresiones estéticas,
así como crear un sistema de señalética y de información para facilitar el
recorrido y la explicación de las obras.